Las monedas estables están evolucionando rápidamente de un instrumento de nicho a una capa central de liquidación. Solo en los primeros siete meses de 2025, los volúmenes de transacciones de monedas estables superaron los 4 billones de dólares, un 83% más que en comparación con el año anterior, lo que las sitúa en una escala cercana a la de las redes de pago tradicionales. Al mismo tiempo, los bancos, las EMI y las instituciones de pago están sometidos a una presión cada vez mayor por parte de los clientes para que apoyen los pagos con activos digitales, sin darse el lujo de crear todo internamente.